Cuando una persona sufre algún tipo de pérdida en su audición, su manera de comunicarse y relacionarse con los demás en su entorno empieza a verse afectada.
Según la OMS, mas del 5% de la población mundial vive con algún grado de pérdida de audición severa, discapacitante y que requiere rehabilitación.
Lo que muchas personas no saben es que la sordera es un problema muy común en los niños: La hipoacusia afecta a 5 de cada mil niños en el momento de su nacimiento, por lo que es preciso prestar atención a determinadas señales para detectarla a tiempo y así evitar consecuencias graves a largo plazo como problemas en la adquisición del lenguaje y la producción de su voz, su desarrollo emocional y de aprendizaje al existir un aislamiento social que conlleva a alteraciones en su comportamiento, soledad y estigmatización.
A pesar de que a los bebés al nacer se les realizan test auditivos rutinarios, es importante que en los primeros meses de vida del bebé sus padres en el día a día de manera subjetiva, contacten con un profesional de la salud si se percatan de que, aún sin tener antecedentes de riesgo, su bebé:
– No emite sonidos o balbuceos al llegar a los 6 meses.
– No reconoce su nombre.
– Se muestra indiferente frente a sonidos fuertes como el teléfono o el timbre.
– No imita o repite palabras simples a los 15 meses.
Para que el tratamiento del niño sea efectivo, es importante que los profesionales actúen conjuntamente con la familia y que ésta reciba la información precisa de qué es la enfermedad y pautas de cómo se debe actuar al respecto.
La intervención de un profesional en fonoaudiología con terapias del lenguaje, auditivo-verbales y educativa para el niño y su entorno familiar debe comenzar de manera inmediata tras el diagnóstico, así como si es necesario recibir tratamientos farmacéuticos, quirúrgicos o ayudas tecnológicas.